En esta entrada
me voy a alejarme de lo arqueológico y mirar la documentación histórica de la
comida medieval. Mi intención es ver, a través de recetas medievales, las
diferencias entre los países, su base alimenticia y ver si podemos destacar
alguna información sobre los cambios sociales. Teniendo en cuenta que hemos
hablado de la zooarqueología en la primera entrada, es importante que la
arqueometria y ciencias aplicadas a la arqueología no solo se fijen en el
registro óseo. Otro elemento que se conserva con el paso del tiempo son los
pólenes, los fitolitos y en general la materia vegetal puede dejar tanta huella
arqueológica como un hueso.
La dieta
medieval incluyó cereales y semillas tanto como la carne. Si estudiamos los
polenes que se conservan en ciertas zonas podemos hacer reconstrucciones
ambientales y a través de ellas entender la ecología de ciertas zonas. En
Alemania, por ejemplo, vemos una mayor concentración de trigos mientras que
hacia la Península Ibérica tenemos mayor concentración de otros tipos de
cereales. El problema con la arqueología tradicional es su metodología más
clásica, sin el uso de las ciencias para poder mejorar nuestra interpretación
social y económica del pasado. Por eso esta entrada se va a fijar más en la
documentación histórica.
A través de la
cantidad de legumbres y cereales en la dieta podemos distinguir diferentes
ambientes sociales, teniendo en cuenta que la carne fue consumida en mayores
cantidades en la dieta de los nobles. Los pobres basaban su dieta en los
vegetales, legumbres y cereales. El pan también determina la dieta, ya que los
estratos sociales muy bajos solo podrían comprarse el pan y no podrían pagar
para ingredientes como las especias. También observamos una altísima cantidad
de cebadas en la dieta de los pobres, consumiendo bastante la cerveza.
Las fuentes
históricas nos informan de una dieta basada en carne para los nobles y con el
deterioro económico aparecen más frutas y verduras. Si tenemos en cuenta
algunos de los ámbitos más pobres, como el trabajo lostrabajadores agrícolas,
vemos que solo pueden permitir comer la comida que no venden o que trabajan
ellos mismos. La leche y productos como el queso también han sido destacados
como la comida de los pobres. En general las verduras más populares para el
consumo de los pobres fueron la cebolla, el ajo, la lechuga, la lombarda, las
zanahorias, las judías, las lentejas, los guisantes y el espárrago.
Si miramos las
medidas de preservación observamos que la economía, especialmente para los
estratos sociales bajos, se orientaban en la recolección de comida para
preparar para los inviernos, consumiendo en verano solo ciertas comidas
temporales como las frutas y verduras. Las carnes fueron preservadas en sal
mientras que otras especias fueron usadas para preservar el resto de alimentos
como el pescado. El uso de alimentos como el miel, vinagre y gelatinas fueron
usadas para preservar los alimentos dentro de barriles o dentro de los
almacenes bajo el suelo en castillos y monasterios.
Bibliografía
Alchin,
Linda (2014) Cooking Food in Medieval Times, Medieval Life and Times. [En Línea]
Disponible a través de: http://www.medieval-life-and-times.info/medieval-food/
[Consultado 7 Diciembre 2016]
Singman,
Jeffrey; Mclean, Will (1995) Daily Life
in Chaucer’s England. Greenwood Press, Westport. Páginas 159-160
Singman,
Jeffrey (1999) Daily Life in Medieval
Europe. Greenwood Press, Westport. Páginas 54-55
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